DOS POEMAS
JOSEPH BRODSKY
Traducción de José Miguel Oviedo
Traducción de José Miguel Oviedo
MCMXCIV
Tiempos horribles: nada que robar y nadie a quien robarle.
Las tropas regresan con las manos vacías de sus lejanas expediciones.
Una sibila confunde el pasado con el futuro, como si ella fuese un árbol.
Y los actores a los que ahora nadie aplaude
olvidan sus grandes parlamentos. El olvido, sin embargo, es la madre de los clásicos. En
algún punto estos años
también serán vistos sólo como una placa de mármol,
con una red de vasos capilares (los acueductos, el sistema de impuestos, las catacumbas,
el chismorreo),
el chismorreo),
con un mechón de hierba brotando por entre las grietas.
Esta fue una época de gran pobreza y aburrimiento,
cuando no había nada que robar y menos que comprar,
para no hablar de ofrecer a alguien un regalo.
La falla no fue del César, sino de la gran penuria
por la falta de lujo. Tampoco se debería culpar a las estrellas.
El bajo cielo cubierto las libera de toda responsabilidad
respecto de los territorios pactados lo ausente
no puede influir en lo que está presente.
Y aquí es justo donde la placa de mármol comienza a ser un plano unilateral, enemigo de
la perspectiva.
Quizá sea simplemente que las cosas, más rápido que los hombres, han perdido su deseo
de multiplicarse en este pálido cautiverio.
MCMXC
Los payasos están derribando el circo. Los elefantes se han fugado a la India,
los tigres venden, en la vereda, sus rayas y aros;
bajo la agujereada carpa cuelga del trapecio,
como en un guardarropa, el frac vacío
de un mago desilusionado;
y los ponies, dejando caer sus bordados arreos, posan
para un retrato de la nueva maquinaria. En la arena,
enterrados hasta la rodilla en el aserrín, los payasos, blandiendo como locos sus mazas,
Demuelen el circo.
El público o está ausente o no aplaude.
Sólo una lanuda poodle enana
aún se relame sin cesar: siente que ya le toca
su terrón de azúcar, siente que en cualquier instante
habrá alcanzado el año mil novecientos noventa y cinco.
FUENTE: REVISTA VUELTA N° 276, SEPTIEMBRE DE 1995.
Está la traducción de José Luis Rivas. Joseph Brodsky. Y Así por el estilo. So Forth.
Universidad Veracruzana 2009.
Y en Las Malas Juntas, se encuentra la traducción de Alejandro Oliveros:
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