J. vino a verme. Me trajo un lonche exquisito y muy ad hoc. Gracias. Y hablé con mi mamá. Me dijo que no había podido venir la semana pasada porque Carlos fue al Carnaval. Y que antes de eso -no sé cuándo, si en enero o febrero- había sufrido un accidente: se volcó el coche en el que iba de parranda con sus amigos, allá en Alamo. También pasó una tragedia, me dijo mi mamá. Murió Tavo, un vecino nuestro, y compañerito de juego. ¿Tavo? , sí, me dijo ella, en un accidente automovilístico, iba tomado. ¿Pero cómo?, y es que es una lástima, Tavo estaba sacando adelante a su familia, se fregaba bien y bonito en el rancho, ayudaba a su mamá...Puedo recordar al Tavo cuando era niño. Su voz, sus gestos; era un chico noble. Tavo. Como que es irreal el que esté muerto.
Entonces me dijo mi mamá que Carlos ha tomado conciencia a raíz de su accidente. Pero con todo y eso fue al Carnaval de Veracruz. Total, la muerte queramos o no, en un pestañear nos puede tomar desprevenidos.
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