Acabo de terminar el borrador de un cuento. Registro esto porque hace buen tiempo que no sentía este éxtasis de saberme consumida por un fuego mientras abordo una historia y que no voy a estar en paz en tanto no le ponga punto final. Sí, he escrito textos en estos años, pero no registré aquí nada de ellos porque sé que nacían sin vida. Ha sido frustrante, pero más vale ser sincera conmigo misma y al mismo tiempo no desgarrarme por ello. Estuve de acuerdo contigo, Dolores, cuando me dijiste que el escribir, -en este caso algo que considero redondo- ya trae en sí mismo la satisfacción; simplemente, no tiene precio. Prefiero seguir sintiendo ese fuego, agradecer por ello y el jalón de una historia para que la cuente y camine por sí misma, así termine toda hecha trizas. Pintar, bordar y jugar me han salvado todo este tiempo de no jalarme de las greñas, terminar calva o cosas peores, porque si bien el fuego está ahí, uno tiene que estar libre para ser consumido en él, y de nada vale redundar porque esto sigue siendo un misterio.
¿La historia de la historia? Es simple. Una cuartería. Una mujer abandonada. Un fantasma. Un par de ciegos. Y un favor de por medio. Tengo que decir que en enero comencé antes otra historia, hice el borrador, no lo he registrado aquí, porque considero que le falta trabajo y desarrollo, tengo que hacer que graviten bien todos los elementos alrededor de un punto en común, y ha sido en este tiempo de reserva cuando comencé esta historia de un par de ciegos, pero la abordé en un primer borrador de otro modo, entonces era un empleado contando sobre una pareja de ciegos en una cuartería y un fantasma, me parecía muy plano ese modo de contar, sin entrar de lleno en lo que significa la intimidad de habitar un cuarto y de otras cosas. Así que lo hice a un lado, comencé de nuevo y surgió este personaje de una mujer sola y la otredad. Tengo el título, pero soy malísima para ponerlos, así que por igual lo reservo, en espera quizá de algo mejor. He dicho.
¡Ah!, se me había olvidado, que de la historia, al menos en lo que concierne a la pareja de ciegos, está basada en algo real. Hace unos años, cuando salí a las 3 de mi trabajo, fui a la parada de autobuses y ahí me topé con una pareja de invidentes, mientras esperábamos el mismo camión, me contaron una pequeña parte de lo que está en esta historia, una mínima parte, lo del fantasma para ser precisa, que fue crucial para mí, porque de ahí se dispara todo, lo demás, es puritita ficción.
¡Ah!, se me había olvidado, que de la historia, al menos en lo que concierne a la pareja de ciegos, está basada en algo real. Hace unos años, cuando salí a las 3 de mi trabajo, fui a la parada de autobuses y ahí me topé con una pareja de invidentes, mientras esperábamos el mismo camión, me contaron una pequeña parte de lo que está en esta historia, una mínima parte, lo del fantasma para ser precisa, que fue crucial para mí, porque de ahí se dispara todo, lo demás, es puritita ficción.
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