Hace tiempo que no se me escurría una lágrima de puro coraje, y digo una porque luego me escuecen los ojos. No es por el resultado de la jornada electoral, que no merece ni una. Fue por algo que a vista de otros pudiese resultar insignificante, y quizá lo hubiese sido si no fuese porque miro los detalles que sumados para mí sí cuentan, y reacciono así porque es algo que a mí me toca en muchos aspectos. Claro que no me quedé con la espinita clavada, pero sé también que tengo mucho por hacer al respecto y que esto es un trabajo de equipo y de sacrificio.
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