Saturday, September 05, 2009

En un centro comercial lo vi. Nos saludamos cordialmente, y me presentó a sus acompañantes. Preguntó si continuaba escribiendo, y le dije que sí. Entonces soltó algo inesperado:
-Me dijeron que estás enojada conmigo.
-¿Por qué he de estarlo?
-Ellas me dijeron...
-¿Ellas?, ¿quiénes son ellas?, si con el único que he platicado de usted es con fulanito.
Caballero que es, no dijo quiénes eran; se dice el pecado... Puedo imaginar quienes, pero ya no traté de absorber información. Lo sé. Hay gentes cuya máxima en la vida es intrigar, distorsionar todo ante otro para ganar algo a cambio, ¿qué puede ser ese algo? ¡tantas cosas¡ Y es además un estilo de vida: lo que tienen es obtenido de esa manera. Luego afirman que trabajo les ha costado llegar a donde están. Son profesionales.
En mi caso, hay personitas que no me conocen más que por algún asunto que traté con otros, ni he cruzado palabras con ellas y se atreven todavía a opinar, tergiversando el sentido de las cosas, es decir, tienen un criterio tan minúsculo como sus cerebros y ambiciones o deseos tan mezquinos como móvil, pero finalmente existen y pululan y son sombras danzarinas que cubren todo terreno. No soy una santa; en mi experiencia, cuando tengo oportunidad y las afronto, es común que no se aguanten que les diga sus verdades; es más, se hacen las ofendidas y multiplican por ahí y por allá su versión. Es cuando el escorpión en mí sale a flote.
Es una lástima conocer a personas en ciertas situaciones, cuando hay alguien alrededor que no soporta, no tolera la idea del nacimiento de un compañerismo, amistad o algo más, y hará todo lo que esté a su alcance por distorsionar las cosas, ¿motivos?, son, lo admito, después de la amarga experiencia, lo único dulce e interesante de averiguar.

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  Fuente: Ciro Gómez Leyva en Por la Mañana Grupo Fórmula . Entrevista a María Elena Morera, Presidenta de Causa en Común.Minuto 1.10