Hace unos días JC me dijo que le duele que todo cambie. Lo abracé y le dije que sí; duele mucho. Recuerdo que, de más pequeño, solía preguntarme cuántas vidas tenemos. Como él veía tantas caricaturas y jugaba con tarjetas donde los personajes contaban con muchas vidas, le respondía que sólo una.
Todavía hasta los veintiocho le dije a mi mamá que yo no quería tener hijos. Ella se me arrimaba y me sugería con cariñito, "ándale, ten aunque sea uno; dame un nieto", y le decía, "¡sacos, Jacinta¡" Yo sabía que no era sólo egoísmo lo que me llevaba a negarme, sino también el mirar hacia la otra orilla y vislumbrar aquello que me podía aún más: lo que significa traer al mundo un hijo. Lo que significa vivir.
Tetis quiso que Aquiles fuese invulnerable, y para ello, tomando a su hijo del talón lo sumergió en el Estigia; si lo hubiese sumergido del todo quizá hubiera ahorrado a ambos tanto dolor, pero no habría entonces Ilíada.
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