31 de diciembre de 1993. Álamo.

[...] Llegué a Álamo a las 8:15. En el autobús me senté un asiento atrás del de Blanca Isela Mar, una ex-compañera de la secundaria. Me preguntó cuál etapa de estudios me había gustado más. Le contesté que primaria y secundaria. Ella, esta última.

Mi mamá me recibió, entre broma y en serio, con un cinturón en la mano. Había muchos familiares. Aparte de mis hermanos -exceptuando a Malena- estaba la familia de mi tía Dora, mi tía Blanca, mi tía Goya, mi tío Germán, mi tío Rafael, Julia, Gelos, mi abuelita Concha y mi bisabuela Carmen.

Esa noche [...] fue como en otros tiempos, cenamos, ya no fuimos a misa, nos abrazamos y felicitamos. Se comió pierna y pollo, se dijeron palabras, una oración por parte de mi tía Dora, un minuto de silencio por los que se fueron, por los que vinieron.

Por cierto, en esa reunión se hablaba hasta por los codos, casi se llegaba a los gritos. Los mayores no permitieron que fuéramos a la disco, y nos pusimos a bailar en el pasillo. Canciones populares, música grupera de los Joao, danzones, mambos, rock de los sesentas.