2 de febrero de 1994. Tampico
[...] En la mañana, mientras me lavaba el cabello, llamaron por teléfono 3 veces. En la primera, escuché que un hombre decía, hola, hola, pensé que sería un terco viejito, y sordo además; dije número equivocado y colgué. Proseguí en lo mío, me enjuagué y en seguida que vuelve a sonar el teléfono, me exprimí el cabello y me puse una toalla a manera de turbante. Lo mismo al contestar. Colgué. En la tercera, dijo hola, pero además, ¿es Tampico, México?, sí, dije, ¿con quién desea hablar?, con el doctor Rogelio Díaz. No, le dije, es numero equivocado. Mire señora, le estoy hablando desde Argentina (y el acento ché, sí, con acento che), y yo, pues es número equivocado. ¿Conoce al doctor Rogelio?, preguntó, y yo entre mí, que me suena, pues. Parece que lo he escuchado anunciándose en la radio, le dije. Me pidió el número para comprobar que era equivocado. Muy bien, señora, hasta luego. Y es que ché, de aquí a que le explique que no soy señora, que sepa el número telefónico telefónico del tal doctor Rogelio, está para...
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