Saturday, May 02, 2009

Ante esta oleada de fuchis, de discriminación hacia todo lo mexicano -si fuese únicamente el resguardo ante el temor del contagio de la influenza porcina todavía se pasaría, no en balde todos los millones que murieron en el siglo pasado por epidemias, pero para empezar ya desde el bautizo de algo inusitado algunos lo toman como mero pretexto y se aprovechan para denostar de mil maneras- no me extraña nada ni el comportamiento internacional ni el nacional, sobre todo de la clase política y de la cúpula empresarial. Los Tratados que se realicen entre naciones valen un soberano cacahuate, los dizque hermanos o socios comerciales terminan siempre apartándose en los momentos más cruciales. Y es que en estos días se ha visto de todo un poco en las relaciones interfamiliares y de trabajo, incluyendo en las cuestiones deportivas-Mary, que no te sorprenda el comportamiento de tu prima con T., sólo tomó como pretexto la gripe para echarla de su casa y deshacerse de una vez por todas de ella-. Finalmente nos damos cuenta quiénes somos en realidad en tiempos difíciles, en tiempos inéditos.
Hace tan sólo unos meses se vivió, en plena crisis financiera mundial, cómo ante el estornudo de Estados Unidos temblaron todos los países. Fue de lo risible a lo patético ver cómo los Jefes de Estado de la Unión Europea se condujeron en reuniones sin máscaras, mostrando en todo su esplendor la angustia, la desesperación y sobre todo el egoísmo puro -si con una considerable deuda cualquier cristiano se ahoga y se tira de los cabellos, imaginar los intereses en riesgo a gran escala-. Como gatos en naufragio sacaron sus uñas y trataron de aferrarse a algo, y de ahí sálvese quien pueda. Al interior igual, los empresarios luchando también para ser rescatados ¿y todo los manejos irresponsables se echan al olvido? Aquí en México la primera declaración fue que las finanzas estaban controladas, pero pronto tuvieron que salir a desmentirlo. No hace mucho, a finales de marzo, Calderón realizó un viaje a Inglaterra. Uno que vive en su mundito se entera luego que el hombre pidió un préstamo al FMI de treinta mil o cuarenta mil millones de dólares. Y después ni se informa al ciudadano común y corriente en qué se va a utilizar ese dinero.
El saber, sesgadamente, de inversiones extranjeras en nuestro país, ya con entrada libre por la reforma energética, el cacareado viaje de Obama, los epítetos de Felipe Calderón por su lucha contra el narcotráfico- pero sin soltar nunca prenda en lo referente al asesinato de su querido amigo- lo curioso de cómo se han dado las cosas, casi a una semana, y luego este valioso puente caído como anillo al dedo, en verdad todo ello da en qué pensar, cuántas veces no hemos sido engañados. Sí, la naturaleza juega un factor esencial y en asuntos de salud daría rabia de sólo pensar que se esté jugando con algo tan serio, de ser meras marionetas, instrumentos de conjura. Aquí en Xalapa, hemos escuchado versiones de fulanito, de fulanita, de que en tal o tales clínicas ha habido muertos por causa de la influenza H1N1. Pero al menos no se tiene la certeza, se confía en ciertas fuentes, eso es todo. No sé qué pase en realidad en el D.F. ni en el Estado de México. Los medios de comunicación manejan todo. Recuerdo que al final de un reporte del Secretario de Salud, hubo una acaparadora de preguntas, según dijo que era del canal 40, una rubia que me recordó a Jodi Foster en su magnífica actuación en la película Plan Perfecto. Ayer, un extranjero tomó el micrófono y le preguntó al Secretario si no había un promedio derivado de la información de los afectados por el virus, quiénes lo eran más si los ricos o los pobres, si las mujeres o los hombres, si los citadinos o pueblerinos... y en todo el lapso de la pregunta el Secretario revisó ligeramente nervioso entre sus papeles y respondió por último que, fuera de que las mujeres entre 21 y 40 años eran las más afectadas, no tenía esa información, pues también había gente afectada de las Entidades Federativas, y lo que sabía era únicamente lo que éstas proporcionaban al gobierno federal. Si las autoridades de salud dicen que están tomando todo en serio, esta desinformación dice todo lo contrario.
Lo cierto es que en medio de esta "paranoia" cada quien toma sus precauciones o no. Hace dos semanas me sentí muy mal, tuve gripe, dolor muscular, temperatura, tos, hice lo que ahora no recomiendan, me automediqué (ampicilina, paracetamol y nimesulid) y procuré mantener cierta distancia, cosa difícil tomando en cuenta las circunstancias laborales y aislamiento hogareño. Y así otros, estornudaban, tosían y a nadie le parecía extraordinario, pues el clima ha sido tan inestable en estas últimas semanas: inmenso calor, norte, lluvias con granizo, frío y luego más calor. Pero llegó el viernes de alerta y cada tos o estornudo tornó a uno sospechoso. Hasta los temblores dan cuenta de algo.
En estos momentos estoy escribiendo desde mi cuarto y escucho la estruendosa música del dubi-dubi-dubi. Son unos vecinos que, haya influenza o influencia, o una conjura internacional, a ellos les vale gorro, tenían un compromiso, casar bien a los novios, cerrar la calle, poner la lona y que circule comida y bebida, pues hay que festejar. La vida sigue. Los novios pueden besarse. A repartir el pastel.

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