No he ajustado la hora en el administrador de este blog. Son las 4:26 a.m. y luego de trabajar en un texto que escribí hace años y el cual me resisto a que se pierda, me encuentro abriendo el blog y con deseos de seguir escribiendo. Tengo vueltos a trabajar diez textos, faltan otros dos -hay otro que necesita que me emplée mucho más a fondo; no es que lo descarte, pero necesitaría por lo menos varios meses para empaparme de nuevo y abordarlo con más recursos, como lo requiere, y en todo este tiempo he estado sobre los anteriores y los que han llegado que simplemente lo he dejado a un lado-.
Mi proyecto a los veinte años fue el de dedicarme a escribir cuentos durante diez años y luego recolectarlos y buscar su publicación a los 3o ó 32 años, eso tomando en cuenta que escribo poco y que he ido desechando material; el haber tenido una beca estatal en el 2006 me ayudó en su momento. Aunque he tenido mucha paciencia al respecto, debo decir que el dictamen de la editorial fue en un sentido como una bofetada a mis expectativas. Cierto, por una parte me ayudó a replantear muchas cosas respecto a la escritura, la calidad literaria, la unidad de la obra, pero por otra sigo deseando lo mismo de siempre, publicar un libro de cuentos, un verdadero libro de cuentos que sea como uno de esos árboles frondosos cuya sombra cobije a quien lo desée. Y no quiero menos que eso. Este año vuelvo a tocar puertas. Ansío ya volcarme libremente sobre otros proyectos. Ya son las 5:26. Cierro esto.
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