En ratos libres -y en los que puedo realmente aislarme- he estado escribiendo una historia. Abordo un verano, el adiós a la infancia, el rostro del deseo... Sé que escribo bajo condiciones que no son las propicias, pues cuando voy tomando apenas vuelo en una idea tengo de inmediato que frenarme, pero también me reprendo diciéndome que a estas alturas ya debería haberme hecho a la idea de que debo trabajar a contracorriente y no estar quejándome.

Lo que en verdad quiero registrar aquí es el placer de escribir esta historia, aunque sea a ratos, de poder concentrarme en el tiempo de ella, capturar su espíritu y encontrar las palabras que le den forma.