Thursday, April 26, 2007

Ayer se publicó en la Gaceta Oficial del Gobierno del Distrito Federal, el decreto mediante el cual se despenaliza el aborto dentro de las doce semanas de embarazo. Hoy entra en vigor.
Cada quien tiene su opinión sobre este asunto. Quiero escribir esto aclarando que no agoto en nada lo que pienso respecto a este tema tan espinoso. No abordo, por ejemplo, la postura que toma el hombre frente a su paternidad. Ya desde que se dieron los primeros debates sobre la interrupción del embarazo quería sentarme a escribir sobre ello, pero una u otra cosa me distrajeron. Tengo pendiente también escribir sobre otros temas que tienen correspondencia con este. En fin.
El aborto como decisión personal. Interrupción voluntaria del embarazo. Como mujer aplaudo este paso, que exista realmente un sitio legal donde se pueda practicar el aborto voluntariamente y no se esté hablando simplemente de casos de aborto terapéutico o por motivo de violación - y aun así se ha visto como gente fanática ha impedido que realicen este acto legal las jovencitas que han sido violadas-, de decidir abiertamente ante el mundo el paso a seguir sin que la ley esté detrás de una.
Una es una y su conciencia, y bueno, como diría Ortega y Gasset, uno es uno y su circunstancia; y aquí ambos caminos forzosamente se unen para no separarse jamás, es donde se complica todo, en el instante en que el embarazo no deseado se vuelve público, porque entran fuerzas contrarias en acción,estoy hablando de la pareja de la mujer que sí desée que ésta tenga al hijo, o de la abuela, del padre de la parroquia, o asociaciones civiles que presionen.
Cuando una queda embarazada está sola ante el mundo-a flor de piel- y tanto puede desearlo como no, por las razones que sean. Las mujeres que lo desean no entran en conflicto consigo mismas, todo es un deslizarse y disfrutar plenamente su embarazo -no hay más problema que las complicaciones físicas que puedan darse en el trayecto de éste, y soportar todavía, en algunos casos, los clásicos señalamientos de enfermeras en los hospitales públicos, quienes ante los gritos de dolor de las parturientas, se atreven a decir "no grites, porque bien que abriste las piernas, ahora aguanta"-. Esto es también ejercer su libertad y lo difícil es ser responsable ante este acto. No es fácil traer alguien al mundo, en todos sus sentidos. La maternidad es potencial, y al ya vivirla no hay recetas infalibles para convertirse en una madre modelo, porque intervienen en el camino muchas cosas. Pero ello es parte de la decisión tomada y no hay vuelta atrás.
En el caso contrario, cuando la mujer queda embarazada y no quiere vivir la maternidad, entra en conflicto consigo misma, sus emociones la violentan, y ante sí se despliegan sólo dos caminos, seguir su embarazo o interrumpirlo.Una real encrucijada. Nadie quiere que esta última situación se presente.Nadie quiere gozosamente presentar solicitudes de aborto.
La decisión de abortar es un acto de conciencia- en plena cruzada contra el aborto, un cura cuestionó cómo una chamaca de catorce, quince años puede tener conciencia a esa edad para tomar una decisión así, si no tiene proyecto de vida; en ese caso también puede decirse que hay quienes nunca cobran conciencia en la vida y otros que no han vivido nunca siguiendo un proyecto, simplemente van hacia donde los lleve la corriente-y si ésta se encontraba adormilada, el hecho de estar la mujer frente a una encrucijada la despierta porque la despierta y está obligada a tomar pronto una decisión. Tener o no tener un hijo, ser o no ser madre, esa es la cuestión. Habrá mujeres que no deseen tomar la decisión por ellas mismas -situación cómoda o no, como se quiera ver- y la transfieran a otras personas. Aquí la situación toma otro rumbo y se complica aún más. Finalmente, si abortan o no, aunque ellas mismas quieran engañarse después y culpar a otros, el hecho es que tomaron la decisión y ésta va a tener consecuencias. Pero si la mujer es quien lo decide, debe afrontar las consecuencias, sobre todo en el plano de la conciencia. Por ello es una decisión personalísima, íntima, no transferible. Es la mujer frente a su conciencia, nada más, sus razones o sin razones.
Afrontarlo ante la luz pública será un acto de valor, algo en sí difícil pero no más el que ella esté sola frente a su propia conciencia, antes y después. Y esta conciencia no es la imagen de un árbol seco que quiere endilgar la iglesia, pues cada conciencia es única y crea sus propios infiernos, falsos oasis o paraísos. Suficiente pena es cargar con una misma para batallar encima con aquello de que tu acción encuadra con el tipo penal y tengas que actuar al margen de la ley, y todavía tu salud se vea minada.
Ya es una ventaja que exista en ley la posibilidad de interrumpir el embarazo, a juicio y a solicitud de la mujer, sin que esto sea penado. Posibilidad real aunque sea en el DF. Un hacer valer cifras, un hacer valer un principio constitucional: el aborto como asunto de salud pública, como asunto de derecho constitucional. Pero también sabemos que están las conciencias de los otros, las fuerzas contrarias que impedirán o harán más difícil ejercer la voluntad de abortar. Hay mujeres que temerán ser descomulgadas por practicarse un aborto. También pienso en la incautación de voluntades de jovencitas, en la manipulación de éstas por los hombres para librarse del compromiso -cuando el caso sea de que la mujer quiera tener al hijo,-y que por ello el acto de la manifestación de la voluntad esté viciado. Tendrían que darse los casos concretos. Lo demás es especulación.
La mujer no es un ideal, no es la imagen fija que el hombre o las instituciones quieren hacerse de ella, no somos estatuas, entre nosotras no perseguimos los mismos objetivos, de ahí que seamos nuestras propias enemigas,porque habrá mujeres cuyo sueño sea el de casarse, tener hijos, casas, autos, viajes...cosa respetable pero que choca con el sueño de otras que buscan otra manera de ser mujer, como bien dijo Rosario Castellanos.

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Tomado de: La Jornada, 24 de septiembre de 2024. https://www.jornada.com.mx/2024/09/24/opinion/015a2pol   Ayotzinapa: 10 años sin verdad y ...