Qué de estos días. Orejitas rojas. Moqueras. Tos. Darles esta medicina, aquella. Mal sueño. En la madrugada, una voz desde la sala- con tono cubano- que escuché en la frontera entre el sueño y la vigilia, dijo "bueno". Es el cansancio, me dije. Un sábado de encierro y de trabajo. A la pregunta con respuesta implícita de una señora que en mi vida había cruzado con ella apenas tres palabras-, "¿no saca a los niños, verdad?", respondí con otra pregunta: "¿Por qué?", y aún con todo ella me respondió que porque casi no los veía. Aprovechar el despejado sol de ayer; lavado y tendido a destajo. Adquirir aquello estrictamente necesario: comedor, memoria, cesto, accesorios. Salida a comer. Pendiente ajuste de las computadoras. Hoy, dolor de cuerpo que no puedo con él.
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