Domingo, 11, noviembre de 2006

Escucho con atención la balada Más. Diego González la canta con un timbre de voz tan masculino y a la vez tan tierno. Una dulce armonía: voz, letra, música (en el comienzo y fin se escuchan los dejos producidos por el dedal en las cuerdas de la guitarra). Es una canción popular, para mí de amor a tercera vista. Había escuchado sólo los coros que no me llamaban la atención, y aunque sé que la letra está plagada de frases gastadas y cursis – y esa que dice “de qué podría ya servir la respiración muerto el corazón” (no pues sí ), aislada nomás serviría para libros de medicina-, es simple y llanamente una canción de amor que habla de la empatía y de la transformación, y que esta tarde hago mía, porque como escribió La Chorreada en su carta a Pepe el Toro –cito: “No hay amor más amoroso que el amor de los enamorados”.

Nota: Si leyere esto mi hermano Carlos, estoy casi segura que me arrojaría lo primero que tuviese a la mano, diciéndome: ¡Ya¡, ¡no manches¡; Malena se metería un dedo a la boca para vomitarse, y, ¡ah, Juan! : ¡Ya bájale el cierre a ese cabrón¡.

Por eso los quiero; son adorables