Recuerdo el debate donde el señor de barbas lució elocuente. Fue la novedad. Al día siguiente se comentaba que él había ganado. Pero en realidad su discurso era la viva forma devorándose el contenido. Palabras que termina llevándoselas el viento.

Traté de vencer al sueño mientras veía el debate ayer por la noche. El morbo de por medio no fue alimentado, evitaron mostrar de cerca la dichosa sillita. Si, creo, como otros, que Obrador faltó a las reglas. Elemental mi querido Watson. Si en Nuestra Belleza piden a la concursante salir en traje de baño porque así son las reglas, la miss tiene que salir en traje así pertenezca a una secta anti-trajes de baño. Así también Obrador tenía que estar ahí, hablando igual que los demás, una sarta de cosas que a estas alturas del partido, viene siendo más de lo mismo, palabras que termina llevándoselas el viento.

Hoy, los medios no hablan màs que de Calderón y cómo ganó el debate. La señora Mercado al momento de presentarse parecía que estaba en el oscar, como la Halle Berry, celebrando el logro de que una mujer hubiese llegado como candidata a la presidencia - ella, que desde un principio dijo que no iba a ganar; me pregunto quién quiere competir por competir-, le faltó nomás llorar. Me hubiese gustado su discurso de haberse saltado el intro. El Campa, como si su objetivo único hubiese sido pegarle de madrazos al del PRI. El Calderón, luciendo su deslucida personalidad y eso sí, haciendo gala de su verborrea política que muestra lo que aprendió en su paso por el Congreso y se le nota tanto en su sonrisa como en sus plantados, una confianza que va en aumento por el apoyo de su partido-gobierno y de los medios. Qué hay de Roberto, ay, qué flojera hablar de Madrazo, mejor utilizo mi pluma para cosas mejores. Chao.