Ayer cumplí 51 años. Emocionada, y es que rebasé mi expectativa infantil respecto a la edad. Qué cosa tan extraña, porque la sugestión opera por caminos muy escabrosos, bueno, tengo que decirlo de manera precisa, la mente es cabrona. Los 50 me dieron la bienvenida muy bonito, y de pronto a finales de febrero, luego de un partido de voli, donde ganamos, vienen y me jalan la alfombra roja,  y de buenas a primeras mi rodilla cedió, que el ligamento interno, que mi cartílago, y sin parar, tratar de recuperarme, y luego de 6 meses, trotar, recaer con mala circulación (fallas en el cableo), piernas desbalagadas, mareos, sentir pesadez y hasta sometimiento en  mi cabeza....bueno, es una lista  de la que no he querido registrar día a día, porque me lo advirtieron  hasta en mis sueños, mi cuerpo también, la menopausia es una señal, y si sigues como en tus 30, obvio que esto tenía que pasar. Lo demás, es una lucha diaria mientras tratas de que tu mundo y el de los tuyos no se venga abajo, porque afuera todo sigue en el mismo ritmo vertiginoso. Y es aquí donde han pasado muchas historias sin registrar.

Es tan cierto aquello de que cada 10 años el esqueleto se va regenerando, y a medida que uno madura, nuestro cuerpo no produce ya algunos elementos necesarios, y hay que buscar eso que lo vuelva a reconectar. Mi mamá tiene 82, está en ello también, y ya tuvo mareos y recaídas. Actualmente tiene un tratamiento, ella siempre ha procurado cuidarse y tratarse, algo que me gusta de ella; la recuerdo en sus cuarentas y cincuentas. Y también que siga teniendo el punto fino de siempre en su pensar y actuar. Me gustan sus regaños tan justos en el momento preciso (sólo los suyos). Reconozco tener menor calibre que ella. Pero tengo su feeling y el de mi papá. Así que hay que luchar hasta morir en la raya. Por eso, aprovechando que mi hermana me dio el mejor regalo: un par de tenis, me levanté temprano y fui al campo de la veintiuno, a volver a trotar, y sobre todo, que mi cuerpo conecte nuevamente. Lo necesito.