Despertar y apreciar el presente, el último día del 2020. Este año deja su impronta. Cómo algo microscópico puede cambiarlo todo de un momento a otro y ser determinante: una lección aprendida o no en el transcurso del año de muy distintas maneras. De norte a sur, de este a oeste, nadie ha sido inmune al impacto de los efectos secundarios del Covid-19, a pesar de que a estas alturas haya quienes todavía nieguen su existencia o simplemente les valga. Lo mejor y lo peor ha salido a relucir como nunca. La naturaleza resonó.
Una oración para aquellos que se han ido, (que el corazón no se congele ante la pérdida en tales circunstancias, que siga sintiendo y nunca olvide a los seres queridos), que haya luz en sus caminos. Agradecimiento profundo para quienes estuvieron y siguen en las primeras filas de combate en los hospitales, y quienes han enfrentando día con día y con gran arriesgue, los trabajos esenciales. A los maestros y alumnos que trabajaron en la adversidad.
No pude registrar aquí el adiós al 2019 y recibirte 2020, y hoy a distancia de mis familiares, y a la vez más cerca de ellos, te despido, nada es reprochable en ti, todo es cuestión de la naturaleza, sobre todo de la humana, y en este tiempo acotado se ha apercibido de una manera contundente. Adiós 2020, adelante 2021.
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