Adiós, maestro, qué enorme pérdida y de qué manera, cuando apenas ayer habíamos visto y leído en noticias que estaba ganando la batalla. Es un impacto emocional por todo lo que nos ha dado, dijo alguna vez que no había que buscar más quiénes eran los grandes compositores en México, Agustín Lara, Jose Alfredo Jiménez y Juan Gabriel, pero también declaró que entre músicos no había competencia.
Él es uno de los grandes, y lo sabía. Lo que se amaba en él era su generosidad, cómo se entregaba a los demás. Nuestra vida en México no hubiera sido la misma sin él y sin todos esos grandes cantautores, que a la par que fueron construyendo sus legados nos dieron sus emociones traducidas en letra y música, para quienes tuviéramos la dicha de escuchar sus canciones las sintiéramos de lleno al afrontarla. Y Armando Manzanero, muy a su estilo propio, empleando en sus letras recursos lingüísticos como repeticiones, aliteraciones, metáforas, comparaciones..., y con su voz, la suficiente y sutil para transmitir todo lo que quería, cuántos suspiros no ha arrancado en México y en el mundo. Dichosos por igual, o más, todos aquellos que fueron sus alumnos e intérpretes de sus canciones, que estarán muy tristes hoy por ya no contar con su valiosa presencia y contribución en proyectos musicales, porque era además como una presencia inspiradora que emanaba ese amor por la música. No habría que haber estado ahí para saberlo, a través de todas esas canciones, discos, participaciones musicales, se sabe, se intuye todo el trabajo realizado tras bambalinas. Por todo ello, cómo no lamentar que haya partido, cómo no agradecerle, maestro, todo lo que nos dio a manos llenas. QEPD.
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