Terminé el primer borrador de un cuentito. Me sorprendió porque lo empecé hace unas horas, a eso de las cinco de la tarde escribí el párrafo inicial, y entre que fui a un mandado e hice otras cosas, continué su escritura después. A mayor brevedad, la historia exige un trabajo de condensación que me gusta. Hubo un jaloneo de historias pero se fundieron al final. Y es curioso cómo la historia principal es algo que nos contó un señor taxista hace como un año y medio, igual, de camino del centro a casa, que me pareció sorprendente, y lo demás es captura de impresiones de aquí y allá, entre las cuales resalta la de una señora que atiende una negocio, es muy buena y práctica en lo suyo, y a la vez no quiere saber nada de malas noticias. Esas conexiones, entre lo que escucho, veo, leo, siento, aquí y allá, son cosas en sí inseparables, y todo ello para mí es importante escribir. La historia es simple, un taxista y una mujer que comparten en el trayecto experiencias dolorosas. No tiene título aún.
Por ahora no me detengo a trabajar en los borradores. Hasta donde me permitan las circunstancias quisiera explorar en esas historias que quizá a nadie importen, pero que me dicen algo a mí. El común denominador son los muertos, fantasmas, espíritus o como se quiera decir.
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