Thursday, August 29, 2019



En Álamo, casi al final de la calle donde vivía Alicia, una entrañable y linda compañerita de primaria, hay una vieja casona de madera, diría que a punto de caerse. Cuando voy a mi tierra, suelo pasar por ese rumbo sólo para ver esa casa de madera de color celeste, que tiene un cierto encanto; es como esa otra casona de Tampico, a unas cuadras de la prepa México, que me atraía por lo lúgubre y su abandono, ignoro si se mantiene en pie. Saco del baúl esta pintura con bordado, la casa la trasplanté y puse un croto en primer plano, de esos que hay en casa de mi mamá. Me gusta la casita como para visitarla de día, de noche ni loca.


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