Almendros frente al mar. Óleo y bordado. 2018.

Aprovecho para compartir una de mis pinturas bordadas. Me encantan los almendros y el mar, una combinación ideal y por suerte real; en el camino de Xalapa a Álamo por la costa, tenemos la fortuna de observar este tipo de paisajes. Y pasa un poco como en ese cuento del querido Cortázar, La isla al mediodía -en sus debidas proporciones, claro-, que al ver el paisaje desde la ventanilla, en este caso de un autobús, dan unas ganas enormes de bajarse y meterse de lleno a vivir y ser parte de él.

Me gusta sobre todo el proceso, el recorrido hasta llegar a la meta. Por eso muestro un poco de lo rústica y nada convencional, por no llamarlo ingenua, de lo que llamaría mi técnica, sí, muy burda, lo sé- por ejemplo, qué rayos es eso de usar pinzas o de bordar en óleo- pero me agrada; espero luego tomar otros derroteros, pero mientras tanto seguí este camino en solitario. Siento no haber tomado fotos de la pintura desde un inicio y del bordado, en sí nada complicado, pero agrego de otras. Otro asunto es el enmarcado - qué bien sería armar uno todo el proceso, pero en esto simplemente rajo-, aquí seguí el consejo de una señorita que me atendió en la tienda de enmarcados  y elegí un marco rústico. También tengo que decir que esta pintura la rifé en marzo, porque ya la fiesta de los XV era en abril-cómo es que uno por los hijos pierde la dignidad-, y bueno, eso es parte ya de otra historia. Qué locura, ¿no?