Wednesday, November 02, 2016

El desfalco debe rastrearse no sólo en el gobierno de Javier Duarte: Miguel Alemán puso el ejemplo con el dichoso préstamo millonario a poco tiempo de terminar su administración, luego Fidel Herrera abrió las puertas al crimen organizado en todos los órdenes, otorgó licencia para robar con impunidad y por supuesto, pidió su préstamo millonario. A esas alturas, la voracidad de la clase gobernante era delirante, ya en el inicio del gobierno de Duarte, corría el rumor de que éste no duraría en el cargo, porque desde entonces había un saqueo real en las arcas del Estado, un sentimiento de avalancha en curso, pero en los siguientes años lo siguió sosteniendo la misma clase gobernante beneficiada hasta que pasó lo que pasó, en el transcurso de estos meses, marchas, paros, tomas, por el escalonamiento de adeudos del gobierno estatal a la UV, a los maestros, a empresarios, a campesinos, a trabajadores de ingenios quebrados, la reveladora investigación de Animal Político sobre las empresas fantasmas -la cual amerita un premio de periodismo por todo el riesgo que asumieron, porque se enfrentaron con una red de corrupción, a criminales de cuello blanco que se escudan en su cinismo-, luego gana Yunes las elecciones, el pataleo del PRI,  y más tomas y marchas, y declaraciones cada vez más disparatadas de Duarte, su entrevista con Loret de Mola pone de manifiesto esa clase de relación y corruptelas entre gobernantes y medios de comunicación, y luego la graciosa huida, con la protección de la clase gobernante central, no de otra manera podría haber sido. 
Cuando escucho sobre un "rescate a Veracruz" en los medios de comunicación, se me revuelve el estómago, porque para empezar esto fue un saqueo, un asalto de la clase política gobernante -lo mismo de Salinas y su gente voraz-, les valió desviar recursos federales, les valió todo; por qué entonces la administración de justicia es tan lenta o nula en estos casos de emergencia para recuperar esos miles de millones de pesos, si fuese ágil, eficiente, eficaz y transparente no se estaría pidiendo nada a Hacienda. El encubrimiento en la corrupción no tiene límites. En un sistema corrupto no se puede separar lo estatal de lo federal, ni el partido del gobierno.
Lo peor de todo -aparte del daño económico- es el daño moral. Se cuentan los daños patrimoniales -y se refleja en todo lo que no se invirtió en escuelas, hospitales, seguridad pública, carreteras...- pero cómo asumir la quiebra moral, los asesinatos a periodistas y activistas, las fosas descubiertas, los secuestros, la persecución a maestros, el maltrato a jubilados, todo ello inconmesurable por la impunidad.

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