A esto apuntaba todo desde que el Pri se reinstaló en el gobierno, a llevarlo a una especie de dictadura encubierta por una capa falsa de democracia, bajo una legalidad que va tejiendo a su estilo típico. Ese Pacto por México, es un pacto de lobos, es como diría un panelista en el programa "El mañanero" de Brozo, un pacto para encubrirse unos a otros. El sello del Pri es ése, asfixiar toda libertad de expresión, aspirar a un largo gobierno, ¿cómo?, comprando voluntades, corrompiendo todo a su paso, forjando soldados al grito de Guerra, pero no en pro de la nación, sino de sus propios intereses de partido, de tal modo que el equilibro entre los poderes es una verdadera farsa, los diputados y senadores no tienen voluntad propia, con todo esto de las reformas en cuánto no habrán ascendido sus patrimonios y por supuesto que tienen que amarrar bien lo de la Ley de Transparencia, no sea que vayan a ser víctimas de ésta; a los ministros de la Suprema Corte de Justicia, de qué les sirve tantos conocimientos y tanto blababa, si la última palabra la tiene el ejecutivo, que pone a su antojo gente allegada que no le rompa los esquemas, que ha resistido los golpes mediáticos de su gobierno infame, y como fiel discípulo de Carlos Salinas, sigue su máxima, "ni los veo ni los oigo", y no atiende los reclamos de los gobernados,al contrario, como si fuese un rey absolutista, con su corte derrochadora y sus lamepatas, luego de días, semanas, meses, los manda a sofocar bajo la fuerza pública. Piensan que la maquinaria, su sistema, está en marcha, y nada ni nadie podrá detenerlos.
Estamos ante una patria desmoronándose, ya lo dijo Fernando del Paso en su discurso al recibir el premio "José Emilio Pacheco" a la excelencia literaria (fuente: canal PersonajesMéxico: Me duele en el alma que nuestra patria se desmorone: Fernando del Paso).
Y los actos de infamia siguen. Los medios de comunicación coactados poco a poco, de por sí ya quebrantados por el crimen organizado, ahora están asestados por el autoritarismo y represión de un poder ejecutivo, que siente que le están pisando los talones, y ¿cómo alguien puede hacerlo?, ¿cómo osan a obligarlo a transparentar su patrimonio?, si, dicen sus consejeros, ¿cómo?, si no paras esto, mañana van a dar con más propiedades y empresas en el extranjero. Por un lado, este sistema Priísta paga facturas a las televisoras, premiándolas por seguir al pie de la letra sus instrucciones, y por otro, atenaza a los pocos bastiones de la libertad de expresión. Lo de Aristegui, es el acabose. Estos actos de autoritarismo tienen que frenarse.
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