Estuvo emocionante la final entre los Yaquis de Ciudad Obregón y los Leones del Escogido. Si fue bueno verlo por la tele, qué dirán los que estuvieron presentes en el Estadio de Sonora a reventar. Cambié de canal cuando el juego estaba en la octava entrada -sí, me perdí buena parte, ya ni modo- y los comentaristas, clásico, estaban cantando victoria en la novena, pero en el cierre no se esperaban que los Leones, como locales, con un cuadrangular de Ricardo Nanita -popularizado luego por los mismos comentaristas como "y viene a la caja de bateo ¡Ay, Nanita!"- les empataran a 2; un balde de agua fría. Y luego el nervio de los extrainnings, el desfile de lanzadores, ver con qué facilidad los pitchers dominicanos vapuleaban a los bateadores mexicanos y norteamericanos, cómo el ataque dominicano consistía en imparables que ponían a parir cuates al pitcher en turno, y entraba en acción el mánager dominicano, Eddie Díaz, tomando decisiones, a veces no tan acertadas, pero que de alguna forma incidieron a lo largo de la jornada en el triunfo, demostrando carácter. Pero mientras tanto el tic tac, tic tac y nada, sólo drama, drama, drama. Cuando en la sala ya estábamos cerrando los ojos por el sueño, y los de las matracas amarillas estaban más aguados que nunca, en la decimocuarta entrada Karim García conectó un jonrón, pero como montaña rusa, en la parte baja, Los bravos Leones empataron, y ahí sí, me dio un hambre bárbara, y fui de volada a la cocina a echar unas tortillas en el comal y calentar en el micro un sendo vaso de café de olla, para armarme, mínimo ante todo ese envidiable desfile, que se veía por la tele, de vendedores en las gradas, pues de ver dan ganas, y es que para entonces eran como las tres de la mañana. Fue Clark quien puso fin al juego de casi siete horas, en la decimoentrada,con un jonrón, quedando 4 carreras a tres, coronándose en la Serie del Caribe 2013.
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