Hace como año y medio , M. me contó una historia de nota roja -es una especialista en ello- y se me quedó muy grabada; no tuve nunca en manos la sección, ni supe los detalles, sólo el hecho: una mujer violentada; una caída. Ante el rotundo fracaso de la historia de fantasmas- no me doy por vencida, quizá más adelante encuentre el tono perfecto, eso espero-, antes de irme de vacaciones comencé a escribir un cuento, inspirado en esa nota roja. Era un monólogo, no me gustó y busqué otro enfoque. Hice los cambios en la mesa de la cocina, eso sí, con una espiral de raidolito, nada conveniente, pero los moscos están bravos en estos meses. Y ya en Xalapa, terminé el texto.
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