Me sucede de nueva cuenta. Viendo una película me quedé dormida en el mueble de la sala. Y a las tres de la mañana los lamentos de una niña me despertaron: los aaah, aaah, aaah, se me quedaron grabados. No era la tele, no era M., miré la ventana abierta: afuera, todo estaba tranquilo.
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