Luego de pensarlo, de que pasaran las gripes y nos reventáramos varios conos de nieves, el sábado finalmente nos fuimos a poner la vacuna, de la cual aún tengo mis reservas, pero la canija duda pudo más. Fue cuando de regreso a casa nos enteramos de lo sucedido en Chile. Hoy D. me dijo que todavía no sabe nada de su enano, en el barrio de Recoleta.
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