Tuesday, February 26, 2008

Que quede como registro. He llegado a casa y estoy todavía que hiervo, hiervo del coraje. Encima tengo que atender otras cosas de la casa, como ver tareas escolares y otras obligaciones. Trataré de expresarlo en corto, pero no lo creo. Por el trabajo hay un puente peatonal, el cual suelo cruzar por las tardes para tomar del otro lado un autobús que me lleve a casa. Sólo que no sé qué rayos le hicieron para que pudiese pasar libremente un instrumento enorme y pesado- cuyo nombre ahora no recuerdo-que requieren para una cementera de Puebla, así que evitando el peligro de cruzar el puente, me fui por el otro cruce, donde hay que atravesar un bosque de hayas. Como a eso de las dos, tres de la tarde entró un fuerte norte y a mí lo que me preocupaba más entonces era que me fuese a caer una rama- había varias caídas-, estaba precisamente mirando las copas de los árboles cuando de repente alguien metió sus manos entre mis antebrazos y cubrió descaradamente con ellas mis pechos. Un fuerte coraje me invadió y le hice frente al tipo que tendría como unos veintitantos y era un poco más bajo que yo, lo empujé y le grité qué chingaos se traía, el muy estúpido me dijo todavía "lo siento, me equivoqué de persona", ante esa clase de respuesta yo le solté un bolsazo y le dije que eso no se hacía ni de broma, que era un pinche cobarde al estar manoseando a la gente, cuando me dijo el muy gallito "¡chingadazos!", y antes que pudiera echarme más para atrás me alcanzó a conectar su puño en mi pómulo derecho, lo que aumentó mi rabia y lo empujé nuevamente con toda mi fuerza que el tipo lo habrá pensado otra vez para golpearme, entonces nos gritoneamos y mentamos varias veces la madre, ahí pude haberle conectado un golpe en el rostro y desquitarme en iguales términos, pero me pasa algo curioso y lo constato nuevamente, no puedo, no puedo pegar a puño abierto a alguien, ni a hombre ni a mujer, siempre mis golpes han sido a brazos, a partes del cuerpo donde no se hace gran daño, sólo lo suficiente para contener al otro, para defensa, así que el tipo repitiendo que se había equivocado quizó huir de mí y tomó camino para las escalinatas, fui tras él y le arrimé con todo un bolsazo en la espalda. Insatisfecha, me di vuelta y fue cuando vi que se acercaba un muchacho y me preguntó qué me había hecho el otro, le dije que me había manoseado y me aconsejó que no lo soltara, que fuera por la policía, pero aquel ya se había perdido de vista y por ahí no he visto nunca ronda de policías, y lo sostengo, pues durante mucho tiempo ése fue mi rumbo. Apenas crucé la avenida y me coloqué en la parada, decidí regresar a buscarlo al parque, no había mucha gente, y ahí del otro lado de las escalinatas, estaban como unos seis muchachos, tenían sus tablas de juego, y caminé frente a ellos mirándolos de uno en uno, hasta que me detuve en el rostro de un muchacho, tenía sólo una duda de que fuese él, así que me le quedé mirando un buen rato hasta que él sonrió inquisitivo, encogió sus hombros y me dijo: ¡Qué!, y le pregunté a tajo, ¿fuiste tú el que me manoseó, verdad?, (en un tribunal me dirían enseguida, pregunta denegada) él sonrió extrañado, y dijo: "¿Yo? ¡Cómo cree!, yo he estado aquí, pregúntele a ellos", miré a los demás y uno de ellos me dijo que sí, que él había estado desde hacía un rato ahí, me volví a verlo y le dije, quiero creer que tú no eres, pero para mí que sí, ya estaba oscuro y todo sucedió tan rápido que no sé (por su constitución, por su mirada podría apostar aún que era él, pero una leve duda me detuvo, vi su chamarra azul y vacilé, no me acuerdo si el tipo llevaba chamarra de ese color; no me gusta ser injusta. De una cosa sí estoy segura, si hubiese estado solo ahí, yo lo habría sabido todo al instante con su mirada, con el lenguaje de su cuerpo, no se habría ocultado, enmascarado detrás de los otros)Entonces los muchachos me preguntaron qué me había pasado, y les conté todo y les dije que nunca, nunca le había pegado al rostro a un hombre, pero ya había cambiado de opinión y que venía por él, puesto que él ni lo había pensado para pegarme, los muchachos me dijeron que por qué no les grité, ellos me hubiesen ayudado-, les sonreí; todo esto que acabábamos de decir fue dicho a gritos, por encima del ruido del viento-, les dije que no me hubieran escuchado, hablamos entonces de unos guardias que están custodiando la entrada de una institución, cruzando la avenida, pero les dije que habría sido difícil, pues lo ocurrido fue en el otro extremo del parque. Total, me fui. Para entonces ya se habían encendido las lámparas, que no proporcionan más que iluminación de adorno, pues ésta es tan tenue, tan a media luz como las velas. Ya más descansada, mañana pienso realizar algunas diligencias al respecto, no me voy a quedar con las manos cruzadas y ahogándome nomás en la indignación. Yo mido 1.72 y no soy ni me considero una mujer frágil y ese tipo se atrevió a todo eso y no le importó las consecuencias, y pienso que hubiera llegado a más si lo hubiese golpeado en el rostro - ganas no me faltaron; agallas tampoco, sólo la decisión de herir al otro, que hablando de voluntad, es la misma, pienso, que cuando te decides enterrar la navaja a alguien-,además, ignoro si tenía alguna arma en sus bolsillos. Así que me pregunto, qué más clases de cosas han de pasar por ese camino, en ese parque que tanta gente suele cruzar para tomar su autobús; mujeres que difícilmente podrán oponer resistencia a canallas y cobardes como ése. Dejo esto, pues me están demandando mi atención.

2 comments:

NMM said...

un abrazo y mi solidaridad

Sandra A.Torres said...

Te lo agradezco mucho, Noé.Creo que voy a redactar también mi lista de ocho cosas que me gustaría hacer antes de morir. Ya veo que no está de más.Un abrazo igualmente.

De nuevo inundaciones en octubre, en el norte de Veracruz. En Álamo, sorprendió en la madrugada.Y no hay comunicación ya. Todavía como a las...