Sueño intranquilo. En un levantarme, por allá fue a dar el reloj. Eran las 2, que me vuelvo a dormir. Desperté a las 3 y media y ya no pude dormir. Me tomé un café. A las 4 salí. Pese a que estas dos semanas han estado con un clima inestable, hoy por fortuna no ha llovido. Vivo en una gloriosa colonia, y aunque no soy tan sociable que digamos, voy conociendo a su gente que sí es muy, pero muy comunicativa. En el portón de la escuela había una persona. La luz de la lámpara pública más cercana no era suficiente para poder leer, pero el señor que había madrugado y yo platicamos. Le guardaba el lugar a su hija; vive desde hace tres años aquí, pero no deja de ir a Perote donde tiene una huerta de manzanos y una casita. Tiene 73 años y su trabajo consiste en arreglar molinos de nixtamal; de esta manera ha conocido a mucha gente.Las nubes eran de un clarouscuro. Enfrente, los grandes charcos: escurrimiento de aguas de otras colonias. Me ha tocado ver en otros días las calles convertidas en ríos. LLegó una pareja en bicicleta. El joven dejó a su esposa y se fue. Con las 5 de la mañana vino el sonido del tren. Otros no tan desmañanados llegarían a las 6. Las nubes se tornaron de color rosa, parecían algodones de azúcar. Como sea, parece que en esa escuela no hay la demanda que otras tienen; los vecinos ya saben el ritmo. Ayer me alarmó ver en la avenida que la fila de una primaria ya doblaba la barda.

Pienso que siempre se puede complementar la educación de un hijo. La escuela tiene un patio bonito, las instalaciones dejan mucho que desear,- espero que los maestros sean exigentes- pero el que crezcan formando parte de una comunidad es lo que importa, y hay que ver los dones que tiene el lugar. Bueno, uno siempre piensa de antemano. Dejo esto. Voy por Madame.