VIERNES, 1° DE DICIEMBRE.
Por la mañana, Malena abrió la puerta del cuarto y me despertó, dijo con un aire alegre muy de ella: ¡Hombre, despierta!, que ya llegaron los invitados al Congreso, y entre ellos el Príncipe de Asturias, ¿que si iba temeroso?, ¡qué va!, si iba sonriendo a la cámara y al mundo como diciendo, vamos a divertirnos un poco viendo cómo estos indios resuelven los problemas de su país.
En la tele, Televisa marcaba dónde se encontraba Calderón en esos momentos. Desde el Congreso, Carlos Loret describía la atmósfera tensa. Afuera, estaba la Policía Federal Preventiva y adentro personal del Estado Mayor Presidencial, “desarmados” ello certificado por notarios públicos. Para esto, los perredistas habían tomado las puertas de acceso al salón del pleno, excepto una, y todavía hubo un intento de apoderarse de ésta, pero no pudieron. Le cambié al canal del Congreso. Los silbatazos perredistas se ahogaban ante el coro panista y de las demás fracciones que decían, ¡no más violencia¡, ¡México! La llegada de los priístas - una entrada típica priísta, con banderitas y con aires de que sin ellos los panistas no son nadie; me pregunto qué habrán pedido a cambio- fue recibida con aplausos de los panista. El quorum para iniciar la sesión se obtuvo. El presidente del Congreso, que es panista, dio por iniciada la sesión, pero no lo dejaron ser, una nueva avalancha de silbatazos y coros inundó el recinto. Traducción: un México dividido. La expresión de impotencia del presidente lo decía todo. Pero creo que ya todo estaba, al menos hasta ese momento, fríamente calculado, pues de pronto, como conejo sacado de un sombrero, apareció Felipe Calderón, e instantes después Fox, ¡¡¡¡¡¡!!!!!!!, con la dichosa bandita tricolor y una sonrisa de salirse con la suya - y entonces para qué tomarse la molestia de todo ese show de medianoche, y entregar la banda al militar-. Calderón no perdió tiempo, tendió su brazo y rindió la protesta más rápida de la historia mexicana, pidió al Presidente del Congreso que le colocara la banda, y luego se dio el único momento en que todos estuvieron de acuerdo en algo, el canto del Himno Nacional Mexicano, y luego terminado otra vez los gritos, de !sí se pudo!, todavía me pregunto sí se pudo qué, poner por fin dos puntos a lo que va venir en estos seis años, ¡oh, no!
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