Hace unos meses fui al centro con la intención de instalarme en la mesa de un café y analizar un texto. Y al doblar por la farmacia Rex, me topé con el cierre de mi café preferido, en Carrillo Puerto. Volví sobre mis pasos.
¿Vips?, nada que ver; sus tonos neutros, su música instrumental, sus tapetitos, me dejan fría. Allá en Tampico, prefería los pequeños cafes , como uno que está por el Parque Méndez, otro en el centro donde paran las combis de Tancol, y a veces en el Super Cream -para ver pasar a la gente e imaginar sus destinos- pero nunca logré del todo sentirme a gusto en sus sucursales. Al Café Mundo, iba algunas veces con mi hermano por las madrugadas. Cómo me gustaba. Se respiraba a esas horas otro ambiente. Terminaron por cerrarlo. Otro café era el Emir; creo que también cerraron. J. me contó lo de la explosión en una de sus sucursales en el centro. Precisamente él estaba en ese momento en el café Elite, que es adonde acuden regularmente los políticos.
En Xalapa sobran los cafés. Recuerdo que me gustaba el Agora tal y como estaba antes de la remodelación en tiempos de Alemán. Ahora hay marcación personal de la administración. Eso sí, la vista desde ahí siempre ha sido linda e inspiradora. En café La Naval se pueden comer además ricos cuernitos y ver también a la gente pasar. He dejado de ir al Parroquia, porque no me gusta el lechero que sirven. Bueno, todo es cuestión de buscar el lugar ideal para concentrarme un buen rato y tomar un rico café.
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